Hay mucha polémica en torno a cómo se falsean las cifras de empleo con los fijos-discontinuos, pero no tanta con la inmigración.
Lo cierto es que sí, la inmigración ha pasado a ser la gran causa que está cebando las cifras de PIB y de empleo, aunque quizá no en muy buen sentido.
Mientras España se mantuvo con un volumen de población prácticamente invariable durante la presidencia de Rajoy (unos 46,7 millones de personas), durante la presidencia de Sánchez esto no ha sido así, habiendo ganado España ya 2 millones de habitantes extra, hasta los 48,7 millones.
A nadie se le escapa la idea de que, de manera simplificada, para que las cifras de empleo sean buenas tiene que ganarse empleo a mayor ritmo que la tasa a la que se incrementa la población. En caso contrario, los ciudadanos no experimentarán sensación de mejora en sus condiciones de vida.
Los medios de comunicación nos invaden continuamente con titulares diciéndonos que cada vez hay más y más trabajadores. Veamos, pues, cuánto trabajo, medido en trabajo real, en horas de trabajo, se ha creado.
Cojamos este dato de horas y dividamos entre la población activa. Así impedimos que el incremento de la población genere un dato ilusorio.
Efectivamente, no se crea empleo desde principios de 2019, pero es que es aún peor: la polémica de los fijos-discontinuos también distorsiona esta gráfica al alza, es decir, que si tuviésemos los datos de los fijos-discontinuos descubriríamos que hay menos empleo desde que gobierna Sánchez.